Nada
Mi amada Nicoletta.
Impulso fuimos
y al impulso del viento
nos deshicimos.
Esos dos que a filosa dentellada
compartían a besos
el hambre inagotable de los huesos
y el pan sacramental de la mirada;
esos dos, con el alma alborotada
de ayuno colosal y labios presos,
espesos
de pasión almibarada,
ya no mueren de amor ni de tormento
ni estallan contra el viento
de una estrella de luz amotinada;
igual que una postal de vidrios rotos,
oscuros y remotos,
esos dos, ya no se importan nada.
Soneto que integra el libro Llevarás en la piel.