Adiós
Rompecabezas
de una cierta tristeza
desangelada,
que nos enlaza
con la terca coraza
de su mirada.
Fuimos apenas
el jirón de una pena
desgarradora,
amargo fruto
del más breve minuto
de largas horas.
Dos soledades
de ruinosas ciudades
en cuarentena,
como dos ríos
que tiritan de frío
sobre la arena.
Tan sin abrigo,
como dos enemigos
del mismo bando,
que no han sabido
enfrentar al olvido,
como ni cuando.
Las cicatrices
de las horas felices
vendrán conmigo.
Adiós, me dices,
como dos aprendices.
Adiós, te digo.
Del libro Oceanario.
Fotografía: Kataryna Rzeszkowska.